En diálogo con Facundo Martí y Tamara González, músicos y compañeros de carrera que, con Hugo Fazzino, forman Nosotrxs Somos.
¿Cómo nace la banda?
Tamara: Empezamos como dúo. Tocábamos para un profesor en una materia. Cursamos juntos desde primer año el Profesorado en instrumento en Bellas Artes de Quilmes, la EMBA. En segundo año hicimos la muestra final y armamos un tema, que a partir de ahí seguimos tocando.
¿Qué estilos vienen haciendo?
Facundo: Bossa nova, zamba, música popular. Lo que nos gustaba a nosotros.
¿Qué encuentran en la bossa nova que los une?
Tamara: Es contagiosa, y es difícil salir de ahí porque tiene cosas muy interesantes.
¿Te sentís más cómoda en bossa nova que en otros estilos?
Tamara: No, yo no tengo problema. Me pongo a leer las letras de distintos estilos, y si en algún momento no funcionan, no salen, cambiamos.
Entonces, ¿les cuesta definir sus canciones más que soltarlas?
Facundo: Sí, lleva mucha dedicación y tiempo cada tema.
Tamara: Aprendí a memorizar. También la pronunciación es difícil, me cuesta más recordar las letras que la música.
¿Cuánto tiempo te costó sacar la canción “Aguas de marzo”?
Tamara: Tres meses…Y a veces la canto mal (risas) Ay, si ya me la sé, ¿por qué me pasa eso?
Facundo: Y en eso está buena la improvisación. Nos entendemos mucho entre nosotros, entonces sabemos que si uno se fue, vamos a donde fue y cuando vuelve, volvemos a donde estaba.
Llegar a puerto, llegan.
Facundo; Sí, eso sí. Pasamos por lugares que no sabíamos que íbamos a pasar, pero bueno…
Tamara: Hay algunos lugares buscados, pero otros no.
¿Por ejemplo?
Tamara: En alguna parte de la canción hay un solo para mí, para que yo pueda cantar y no hacer lo que hago siempre, entonces llega ese momento y pienso “¿qué hago?”, salen en el medio cosas que no estaban pensadas o porque yo estaba re intencional lo hice de tal manera…
Facundo: Eso puede salir muy bien o puede fallar y hace también a la música. Que tenga lo experimental. En cuanto a estilos, tengo la bossa nova más escuchada, entonces, más incorporada. La zamba tiene un estilo en el que no tengo manera de moverme, entonces quedo muy repetitivo, es estructurada.
Tamara: La zamba siempre sigue la misma estructura, para mí y para todos, y eso es como para poder bailarla. Igual cuando la canto, no lo hago tan folklórica sino más bien sentida, y a veces nos pasa que la canto tan así que tenemos que parar (risas) y respirar.
Facundo: Sí, y decir “bueno, nos recuperamos y seguimos”.
¿Qué sienten que aporta cada uno al trío?
Facundo: Desde que entró Hugo estoy cantando más. Ya somos tres, no somos dos solos, entonces es más fácil, ya las responsabilidades se dividen más. La idea que tenemos es sostener un discurso en un tema, que no solamente es la parte melódica sino el canto, lo que hace Tamara, y sostener si hacen falta ritmos, llenar partes que quedaron huecas…cuando no llego a hacerlo, siempre hay otro que llega y lo cubre. Está bueno porque el resultado final es más natural. A veces ella cumple mi rol y yo el suyo, Hugo también.
Tamara: Facundo es alto compañero. Te intenta transmitir lo que piensa y te ayuda con lo que tenés que hacer. Y musicalmente es un genio. Las cosas son muy difíciles hasta que se llegan a dar, y yo tengo un tiempo de escuchar, de prestar atención.
¿A qué llamás el “discurso”?
Facundo: La idea, el concepto del tema. Si nosotros empezamos diciendo algo fuerte, es sostener esa fuerza. Si es suave, buscar la musicalidad en otro lado que no sea en el volumen sino en melodías entre nosotros o en Hugo que entra y sale.
¿Son autocríticos de lo que sucede en el escenario, o prefieren que sea y está bien como salga?
Facundo: Mientras lo hacemos ya sabemos lo que nos salió mal. Después en el ensayo, es ir y hacerlo bien.
¿Por qué el nombre de la banda?
Facundo: Tengo dos razones. Una es, porque es fácil (risas) ahorrar palabras a la hora de tocar: “Hola, nosotros somos” y tocamos. Me cuesta la parte de hablar. Y después, es nosotros somos al hacer música. Somos los dos o tres juntos que se da forma ahí, mientras estamos haciendo música y eso también incluye la gente. Nosotros somos todos, los que la hacemos y los que la escuchan. Los temas que hicimos en Anden 18, o la del Auditorio Rigolleau son los mismos, pero la música cambia, no sólo por nosotros sino por la gente que está ahí.
¿Qué encuentran en la música? ¿Por qué la eligen? Es una decisión de vida.
Tamara: Me gusta participar de proyectos musicales, me gusta hacerla. Es un sentimiento. Todo el tiempo esta la música, y a veces digo “basta”, pero estos momentos te lo re devuelve, venir a hablar con vos, que nos pongas cara a cara y hacer terapia (risas). Eso no se podría si hiciéramos otra cosa. El contacto con la gente, que te digan cosas lindas.
¿Sos crítica con vos misma?
Tamara: Un montón. Es mucho peso lo que le pongo a esto, entonces me gusta pero no me gusta (risas). Es todo un camino.
Habla de que estás comprometida y que te lo tomás en serio.
Tamara: La música es hermosa. Quiero hacerla y que salga bien.
¿Y cómo fue la llegada a la música?
Facundo: Empecé por una prima que venía a casa con la guitarra, a los nueve o diez años. Un año más tarde fui a clase de guitarra, pero lo hice como lo hace un pibe que iba a jugar a la pelota. Así empecé la EMBA, junto con el secundario, y lo veía más como ir a joder a la tarde con compañeros que ir a hacer música. Terminé el secundario y seguí por inercia, era más de lo mismo y estaba bueno. En segundo año de la carrera pensé “che, esto me lleva un montón de tiempo, no puedo hacer otras cosas pero no me molesta” entonces empecé a encontrarle esta vuelta. Soy profe de música, estudio música y tengo proyectos de esto. Tocar está re bueno.
¿Qué sentís cuando tocás?
Facundo: Es difícil expresarlo porque tampoco quiero caer en el “me desconecta”. Encuentro un camino en el que se puede aprender para siempre del arte, no se va a acabar nunca y de alguna manera es práctico porque lo que aprendés enseguida lo hacés, y que encima suena, está en el aire. También es como un juego…siempre estamos aprendiendo.