En un país en grieta, con las reacciones de apoyo y condena que concitó la situación procesal de una vicepresidente procesada con pedido de doce años de cárcel e inhabilitación perpetua, hay voces que desconfían de la autenticidad del atentado contra la vida de Cristina Fernandez, viuda de Kirchner, entre otros, la diputada santafecina Amalia Granata y mucha gente más, que se permitieron dudar de la veracidad del intento de homicidio argumentando que estaba todo pre armado, y que lo ocurrido fue para victimizarse. Señalan que hace meses atrás la presidente del Senado de la Nación recibió un ataque con piedrazos en su despacho, que fuera videograbado con una cámara estática colocada desde antes. Nunca se supo de los autores de la agresión.
También, dicen, no sabemos, que C5N habría cargado la nota y el título tres horas antes de haber ocurrido el hecho, y se evalúan otras actitudes sospechosas.
¿Cómo es que alguien desconocido puede extender su brazo hasta poner un arma a 10 cms de la cabeza de la Vicepresidente? ¿Qué estaba haciendo “la custodia” que no advirtió nada?; ¿Cómo se explica que luego del disparo fallido la Sra. Vicepresidente no fue inmediatamente protegida ingresándola en el actoal vehículo que la trajo, y por el contrario salió caminando rodeada de público, cuando era posible y debía preverse que podía haber otras personas, además del brasileño, que podían asistir a éste en el propósito de matarla?
Dicen que está en los protocolos se seguridad que cuando algo así ocurre lo primero que se hace es proteger a la agredida, contrariamente a lo que se hizo que es mandarla a caminar por la calle y la vereda entre la multitud hasta ingresar a su casa.
También se escuchó decir, que si alguien tiene previsto consumar un magnicidio no se equivoca llevando un arma vieja y con fallas mecánicas; no se pone en medio de una multitud de la que, si tiene éxito en su propósito iba a ser “destrozado” por los seguidores de la víctima.
Si se tratara de una acción de la “derecha vernácula” como dijo un importante periodista kirchnerista, no se aprecia cuál sería el beneficio de los instigadores que pondrían a Cristina en el cenáculo del honor, y tampoco cómo es que actuaron con tantos errores.
El agresor no es un Alí Ajgá que intentó matar a Juan Pablo II. El turco pertenecía a las milicias del Frente de Liberación Palestina y realmente había sido mandado a exterminar a Karol Wojtyla por la organización terrorista que lo entrenó en su país durante largos meses.
Nos queda pensar en dos posibilidades, una la de la un inimputable, inconsciente, loco que hizo lo que hizo porque no midió las consecuencias. Será juzgado y luego liberado por esta causa. La otra, que pudo ser funcional a la victimización, utilizando un arma que ya se sabía no podía disparar, y aprovechando la falta de custodia real hacer el intento que coloca otra vez a la señora en el símbolo de las instituciones que se deben resguardar, gracias a la acción de un agresor –posteriormente- declarado insano por la justicia, que no sufriría consecuencias penales mayores. Gracias a Dios nada grave ha resultado. Ahora esperemos ver lo que surge de las investigaciones de la causa judicial.