La Unión Europea quiere imponer un cargador universal, pero choca con la oposición de Apple que defiende el uso del conector Lightning para sus teléfonos iPhone
Hace poco más de diez años, uno de los gestos más habituales del usuario era abrir la tapa trasera de su móvil y extraer la batería. Era la mejor manera de resetear el aparato cuando se atascaba. Otros llevaban una batería en el bolsillo y cuando se le agotaba la carga a la original la podían reemplazar en un minuto, sin necesidad de llevar el cargador encima y buscar un enchufe. Pero desde hace más de 15 años, los fabricantes han eliminado esa posibilidad. Los móviles son compactos y la batería va incrustada en su interior, de forma que solo los servicios técnicos pueden acceder a ella. La consecuencia es que si la batería falla –y es uno de los elementos que antes se deterioran junto con la pantalla– el consumidor opta generalmente por cambiar de móvil. Justo lo que quieren las marcas y lo que quiere evitar ahora la Unión Europea.
El Parlamento Europeo aprobó el pasado marzo un proyecto para negociar con los gobiernos las nuevas normas sobre pilas y baterías, que regulará desde el diseño hasta el final de su vida útil. El objetivo último es garantizar que para 2024 las baterías de dispositivos como los teléfonos inteligentes (smartphones), y las de los de transporte ligeros (como monopatines y bicicletas eléctricas), puedan ser retiradas y reemplazadas por los mismos consumidores de forma fácil y segura “utilizando herramientas básicas y comúnmente disponibles” y “sin causar daños al aparato o a las baterías”, con la responsabilidad de los fabricantes de proporcionar la documentación para la extracción y el reemplazo de las baterías.
El Parlamento pide que la industria asegure que la cadena de valor de las baterías cumpla plenamente con las obligaciones en materia de derechos humanos y diligencia debida. En concreto, hay que abordar los riesgos en torno al abastecimiento, el procesamiento y la comercialización de las materias primas, que a menudo se concentran en uno o en pocos países.
Además del diseño, que cada vez juega un papel más importante como diferenciador de marca, volver a poner una tapa trasera aumentaría las averías por la introducción de suciedad al interior del terminal y facilitaría a los ladrones la labor de evitar el rastreo de los móviles robados, señalan en fuentes de los fabricantes.
Lo que esconden los fabricantes es que, pese a que como defienden los smartphones son cada vez más perfectos, su ciclo de vida se ha reducido desde los tres y cuatro años a los 18 meses. Si la batería deja de cargar o no ofrece la suficiente autonomía, el usuario puede llevarlo a reparar, pero el costo le va a desincentivar el arreglo y preferirá en muchos casos renovarlo.
¿Y el cargador universal? Otra aspiración europea es la de establecer un cargador universal para teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos como tabletas, portátiles, cámaras digitales, auriculares o videoconsolas.
“El objetivo del proyecto legislativo es evitar que los consumidores necesiten cargador y cables nuevos cada vez que adquieran un aparato electrónico. De este modo, podrán utilizar un único cargador para todos sus dispositivos de pequeño y mediano tamaño”, según el Parlamento. La iniciativa busca reducir las entre 11.000 y 13.000 toneladas de basura electrónica que generan los cargadores obsoletos.
La idea es que el puerto de conexión de todos los aparatos sea del tipo USB-C, el que ya usan los móviles de todas las marcas que utilizan el sistema operativo de Android como Samsung, Huawei o Xiaomi. Pero, como siempre, Apple se opone rotundamente y defiende que su conector Lightning para iPhone es mucho más innovador y ha presentado un informe para frenar el cambio de la directiva. Una posición curiosa si se tiene en cuenta que nuevos modelos de iPad y MacBook de Apple ya emplean el conector USB-C.
La normativa pretende asimismo que la venta de cargadores se disocie de la venta de dispositivos electrónicos, lo que hará que en la compra de un nuevo dispositivo no esté necesariamente incluida la de un nuevo cargador, reduciendo así la basura electrónica.