Este concepto se refiere al uso de los alimentos como forma de regular las emociones en lugar de un recurso para calmar el hambre. Cuáles son las claves para contrarrestarlo
Comer es una necesidad básica del ser humano, pero ¿de qué manera en que comemos?, ¿es por hambre física o emocional? A todos nos ha pasado alguna vez: nos terminamos una bolsa entera de papas fritas solo por aburrimiento o nos devoramos una galleta tras otra mientras nos preparábamos para un examen. Pero cuando se hace habitualmente -sobre todo sin ser consciente de ello- comer emocionalmente puede afectar al peso, la salud y el bienestar general.
Pero, ¿qué es el comer emocional? Se trata de una forma de buscar placer inmediato a través de los alimento para tapar algunas emociones que quizás nos incomodan. Los sentimientos negativos, como el estrés, la ansiedad, la depresión o el aburrimiento, son algunos de los principales activadores del comer emocional. Por eso, una de las medidas más efectivas para poder contrarrestar esta tendencia es reflexionar y ser conscientes de las emociones que se están experimentando en un momento determinado, para poder actuar en consecuencia.
¿Qué puedo comer para bajar la ansiedad?
Nada. No hay que comer para bajar la ansiedad. No hay que comer para tapar emociones que nos guían y nos dan señales con comida. Lo que tenemos que intentar hacer es un trabajo más introspectivo para empezar a descubrir cuáles son esas cuestiones que nos hacen bajar un cambio, relajar y distender pero que no tengan que ver con la comida. Es un trabajo muy personal pero a veces puede incluir: hablar con un amigo, bailar, hacer gimnasia, entre otros. Es importante que te preguntes que te está pasando y qué necesitas.
«Disfrutar de los alimentos que nos gustan, en la porción justa, sin culpa y planificando aquello que queremos comer, es muy diferente a elegir alimentos altos en grasa, azúcar y sodio de nutrientes críticos justamente para olvidarnos de estas emociones que nos molestan»
«Disfrutar de los alimentos que nos gustan, en la porción justa, sin culpa y planificando aquello que queremos comer, es muy diferente a elegir alimentos altos en grasa, azúcar y sodio de nutrientes críticos justamente para olvidarnos de estas emociones que nos molestan»
Entonces, ¿está mal comer alimentos que me gustan?
No. Por supuesto que no. Todos tenemos el derecho a comer y a disfrutar de aquellos alimentos que más nos gustan. Eso es muy diferente a elegir esos alimentos que nos dan esa gratificación inmediata para esconder o tapar esas emociones que nos incomodan o molestan.
Por eso, disfrutar de los alimentos que nos gustan, en la porción justa, sin culpa y planificando aquello que queremos comer, es muy diferente a elegir alimentos altos en grasa, azúcar y sodio de nutrientes críticos justamente para olvidarnos de estas emociones que nos molestan.
Usar la comida como herramienta para contrarrestar las emociones desagradables repercute negativamente en la salud