Para los gobiernos de todo el mundo comenzó a implantarse la necesidad de una regulación de la inteligencia artificial, lo cual se ha vuelto crucial en la actualidad. La existencia de una fragmentación en las reglas que afectan a la tecnología más relevante de este siglo, puede tener consecuencias indeseadas.
Desde 2016 hasta 2022, el número de leyes sobre inteligencia artificial en el mundo ha aumentado de 1 a 37, lo que demuestra el creciente interés y preocupación por regular este campo. En este contexto, se reconoce la importancia de regular la inteligencia artificial correctamente. En los últimos años, el debate sobre la gobernanza de esta tecnología ha cobrado impulso, con numerosas propuestas políticas surgidas.
La presencia de la inteligencia artificial en los procedimientos legislativos de 81 países ha aumentado significativamente. España encabeza la lista con 273 menciones, seguida de Canadá, Reino Unido y Estados Unidos.
En este sentido, se espera la llegada de la ley de inteligencia artificial europea, que se considera una de las iniciativas de mayor impacto en este ámbito. Existe un consenso generalizado sobre la necesidad de establecer límites y regulaciones que guíen el desarrollo de la inteligencia artificial, dado su impacto social y sus implicaciones éticas.
El debate técnico se centra en garantizar que las máquinas no adquieran un control desmedido, lo que ha llevado a científicos e investigadores a expresar preocupaciones sobre el alineamiento de la inteligencia artificial con los intereses humanos y los principios éticos que podrían llegar a verse perjudicados si el desarrollo de la IA agota las posibilidades de resolver una medida de control.
Si bien algunos piden una pausa en el desarrollo de la inteligencia artificial, otros se declaran en favor de una regulación que refuerce la transparencia. Es importante abrir una conversación global que involucre a gobiernos, empresas y sociedades para revisar los incentivos que impulsan el desarrollo tecnológico y establecer principios orientadores para los próximos años.
Ante la diversidad de enfoques y estrategias de los diferentes países, la idea de un marco unificado de regulación parece difícil de alcanzar. Sin embargo, se plantea la posibilidad de crear una Agencia Internacional para la Inteligencia Artificial (IAI) que cuente con la participación de gobiernos, empresas tecnológicas, organizaciones sin ánimo de lucro, el mundo académico y la sociedad. Mientras tanto, es importante actualizar las regulaciones existentes y colaborar entre países para alinear sus planteamientos y requisitos, facilitando así su cumplimiento.
En definitiva, es fundamental encontrar una forma adecuada de regular la inteligencia artificial para aprovechar sus beneficios y minimizar los riesgos, evitando una maraña regulatoria que dificulte su implementación y afecte al comercio internacional y la competitividad de los países.