En un giro inesperado en el caso que mantuvo en vilo a la comunidad de Quilmes durante casi tres años, Jorge Adolfo Ríos, el herrero jubilado que enfrentaba cargos por el homicidio de un ladrón que lo asaltó en su casa, ha sido sobreseído por la Justicia. La decisión se produjo apenas cuatro días antes del inicio del juicio, en el cual se esperaba que Ríos se enfrentara a un jurado popular y se expusiera a una posible condena máxima.
La defensa de Ríos, encabezada por los abogados Fernando Soto, Marino Cid Aparicio y Martín Luis Sarubbi, presentó un pedido de sobreseimiento argumentando que se había demostrado que «los hechos investigados no habían ocurrido». Haciendo referencia al cargo de homicidio agravado por el uso de un arma de fuego que pesaba sobre el herrero.
No está en disputa que en la madrugada del 17 de julio de 2020, Ríos fue víctima de un violento asalto en su hogar, siendo este el tercer asalto que sufría esa misma noche. Una banda proveniente de una villa situada a 200 metros de su casa en Quilmes Oeste lo atacó brutalmente, golpeándolo y apuñalándolo con un destornillador. Ríos, desde el suelo, disparó con una pistola calibre 9mm que tenía para defenderse, tratando de liberarse de uno de los ladrones que lo tenía al borde de la muerte. El asaltante herido logró escapar saltando la pared por la que había ingresado. Ríos salió a la calle con el arma en mano y encontró al delincuente tirado en la esquina.
En este punto radicaban las discrepancias que afectaron la posición de Ríos. Inicialmente, la Fiscalía sostenía que en esa esquina el herrero remató al delincuente Franco Martín Moreyra, un barrabrava de Quilmes de 26 años. Los acusadores mantuvieron esa teoría hasta ahora, cuando la evidencia científica demostró que Ríos no disparó en la calle en cuestión. De hecho, hace un mes se realizó un peritaje de las cámaras de seguridad de la zona que reveló la ausencia de los destellos luminosos que se hubieran generado de haber ocurrido los disparos. Y recientemente, un cuarto peritaje que examinó los movimientos corporales de Ríos descartó que el jubilado haya realizado los gestos típicos de un disparo.
Sin las imágenes de la «consumación del hecho», la fiscalía carecía de pruebas para sostener que Ríos había rematado a Moreyra. Por otro lado, lo que sucedió dentro de su casa, cuando intentaba protegerse de los delincuentes que estaban a punto de quitarle la vida, fue nada más que un claro caso de «legítima defensa», según afirmó uno de los abogados de Ríos, Marino Cid Aparicio, quien fue contundente al afirmar: «Hemos llegado hasta aquí con una causa fabricada. Una verdadera vergüenza».
Esta decisión judicial ha generado un intenso debate en la opinión pública sobre los límites y el alcance de la legítima defensa, así como sobre la necesidad de revisar y ajustar las leyes en relación a esta materia. La absolución de Jorge Adolfo Ríos marca un precedente importante y pone en relieve la importancia de analizar cada caso en particular, considerando las circunstancias y los riesgos a los que se enfrenta una persona al ser víctima de un asalto violento en su propio hogar.