Cada día, Facundo se levanta, va a la escuela, vuelve a almorzar a su casa, se cambia y sale de nuevo para la Escuela Municipal de Bellas Artes (EMBA), vuelve de noche y se pone a tocar el piano. Los sábados y domingos practica ocho horas cada día. Pide a su familia un poco de silencio y se encierra en su habitación: hay dos camas, una biblioteca, un mueble para la ropa y el teclado. Tiene 16 años, once hermanos y vive en Quilmes Este. Practica en su habitación con un teclado mediano frente a una pared de chapa. La única vez que salió de Quilmes fue por un viaje de la escuela primaria a Córdoba.
El Centro Internacional de Artes Escénicas de Moscú organiza este año la tercera edición del Concurso Internacional de Piano Vladimir Krainev. «El principal objetivo de nuestra competencia es descubrir, dar visibilidad y apoyo a jóvenes músicos dotados que están en camino de convertirse en artistas consumados», dice la página oficial del concurso. Es la primera edición en que suman la categoría en la que participará Facundo, para estudiantes de conservatorios y universidades de música menores de 22 años.
El primero de noviembre de 2018 envió un video de él tocando tres piezas, dos de Chopin y una de Bach, para la primera fase del certamen. El 18 de noviembre recibió un mail que le decía, en inglés, que había sido seleccionado. La emoción fue masiva: Facundo estaba compitiendo con jóvenes rusos y chinos, que tienen una tradición pianística reconocida.
El 10 de enero le confirmaron que sus audiciones serían en Moscú entre el 27 y el 29 de este mes. Faltaban quince días y él no tenía ni pasaporte ni pasaje ni ropa de abrigo apropiada para el invierno ruso.
Su profesora, Ana Fau, concertista, directora de la Academia Rachmaninoff y del Festival Rachmaninoff, se encargó de tocar todas las puertas y la que se abrió fue la del intendente Martiniano Molina: en una semana aprobó un subsidio que le pagó el pasaje, el alojamiento, la comida y el abrigo. Lo que sí ya tenía Facundo era el traje. Es que no es la primera vez que tocará en público: ya dio varios conciertos en Quilmes y en la ciudad de Buenos Aires.
Facundo, visiblemente emocionado, manifestó “estar feliz. Nunca lo imaginé. No creí que me fueran a aceptar, siendo que hay tantos participantes europeos y asiáticos, y allá todos tocan impecable”, al tiempo que explicó cuáles fueron sus sensaciones al momento de recibir email con la inolvidable noticia: “Decía que los jurados me dieron la aprobación para pasar a la segunda fase del concurso, todavía no caigo”.
Asimismo, se mostró agradecido a sus padres, Inocencia y Arnaldo al recordar que ellos fueron los que lo acercaron a la música. “Cuando era chico, mis papás trajeron un pequeño teclado y me puse a jugar con él”, contó el artista, que toca el piano desde los seis años y ahora tiene preparado el esmoquin para lucirse en la segunda fase del certamen, ya que la primera consistió en enviar tres videos para que un jurado decida si lo aceptaba o no.
Su profesora lo hará audicionar también en el Conservatorio de San Petersburgo, en el Conservatorio de Kiev y en la Academia Central de Niños Prodigios de Moscú. «He tenido experiencias con niños prodigios en los Estados Unidos. En la Argentina es el primero que logra llegar a un nivel tan alto», contó Fau.
Lo escucharán representantes de conservatorios de todo el mundo, agentes de conciertos internacionales, gente de la embajada argentina en Moscú. «Aun en el caso de no volver con un premio, él ya está en el ambiente, ya lo conocen y puede acceder a otras cosas, como una educación en Europa. Para mí lo más importante, lo que le va a cambiar la vida, es estudiar en los mejores conservatorios del mundo», concluyó la concertista Fau.
Su familia sabe que Facundo es muy exigente consigo mismo. «Es perfeccionista», dice su hermano. «Se reta a él mismo», agrega su madre. A la vuelta ya tiene agendado un concierto en el Teatro Municipal de Quilmes. Aún no sabe ruso, pero tiene clara una cosa: si es aceptado en algún conservatorio de Rusia, se irá apenas termine el colegio.
El intendente, Martiniano Molina, consideró que el pianista “es un ejemplo de que cuando uno quiere, se puede. Como quilmeño siento un orgullo enorme al visitar y conocer a esas familias que se esfuerzan y trabajan por salir adelante, que inculcan a sus hijos valores como el ser honesto, superarse y crecer”.