Durante el cuarto trimestre de 2017, solo el 14% de los hogares de clase media era pobre; hoy es uno de cada tres
Entre crisis y crisis, en los últimos cuatro años la clase media argentina ha ido perdiendo poder adquisitivo. Tanto es así que hoy el nivel de vida de este sector socioeconómico no se condice con los ingresos que entran al hogar. De esa tensión, sale a relucir que en realidad uno de cada tres hogares que era de clase media es pobre.
“Al contrastar los umbrales de pobreza y el nivel socioeconómico de la pobreza, nos da que la clase media no llega a cubrir la canasta básica. Esta clase media, que es una familia que apiracionalmente busca consumir ciertos productos, se dan ciertos gustos, hoy no logra hacerlo porque no llega a fin de mes. Tienen que dar de baja la prepaga o no pueden pagar la cuota privada del colegio de los hijos”, detalló Federico Moll, director de Ecolatina.
Según informó la semana pasada el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), una familia tipo -conformada por dos adultos mayores y dos menores- necesitó en octubre de $30.925 para satisfacer las necesidades energéticas y proteicas mínimas, número que delinea el umbral de indigencia. La cifra asciende a un mínimo de $72.365 por familia para cubrir otros bienes y servicios no alimentarios, y así no ser considerados pobres.
“Sabemos que durante el primer semestre del año el 41% de las personas eran pobres, pero en términos de su capacidad de consumo es relevante saber si su ingreso está cerca de la línea de pobreza o lejos”, diferenció un informe reciente de la consultora económica Ecolatina. Es decir, no es lo mismo que una familia de cinco integrantes tenga ingresos $5000 superiores al umbral de pobreza, que un solo individuo un sobrante de $50.000.
Al analizar cuál es la distancia entre ambas variables y calcular la distribución de personas de acuerdo con el diferencial entre ingresos y línea de pobreza del hogar en el que habita, el estudio arrojó que el 2,4% de las personas viven en hogares que apenas tienen un ingreso 5% superior a su propia línea de pobreza (la cual dependerá de los integrantes del hogar, sus características etarias, geográficas y de género).
“Entender la situación de los hogares argentinos con respecto a su cercanía con la línea de pobreza es importante porque habla de su capacidad de consumo, pero nada dice respecto a sus pautas y deseos. Un hogar puede no ser pobre y tener ingresos para consumir bienes no esenciales, pero en qué los gastará depende de su nivel socioeconómico”, diferenció.
Si únicamente se hace foco en la línea de pobreza, se están midiendo las capacidades materiales de un hogar. En cambio, si también se observa el nivel socioeconómico, se tiene información sobre las pautas de consumo y de capital humano. Al unir ambos enfoques, los cuales son complementarios, se pueden comprender el proceso de tomas de decisiones.
Durante el cuarto trimestre de 2017, previo a la crisis del Gobierno de Cambiemos, solo el 14% de los hogares de clase media era pobre. Sin embargo, el número se duplicó como consecuencia de las crisis de 2018, 2019 y la cuarentena de 2020. ¿El resultado? En el primer trimestre de este año la cifra ascendió a un 33% de los hogares.
“Hay un empobrecimiento de toda la sociedad. Si nos paramos en 2017, el poder de compra cayó entre un 25-30% en los distintos niveles socioeconómicos, pero mucha clase media cayó en la pobreza. Las clases más bajas no lograron sostener sus niveles de ingresos, pero tuvieron la red de seguridad social del Estado cubriendo parte de lo perdido. Las clases más altas, en el peor de los caso, redujeron su nivel de ahorro. En cambio, la clase media no tuvo ni la red de seguridad social ni el colchón de ahorro que solían tener”, explicaron
Eso creó una nueva tensión entre lo que una buena parte de la clase media quiere y está acostumbrada (enfoque de nivel socioeconómico) y lo que realmente puede (enfoque línea de pobreza).
Para el economista, se corre el riesgo de que el 41% de pobreza no sea el techo y los niveles sigan creciendo. Por eso, una “situación delicada como la expuesta” solo es reversible en la medida que el Gobierno adopte las políticas económicas, sociales, demográficas y sanitarias de largo plazo necesarias para una reducción sostenida -y sostenible- de la pobreza. La advertencia en números: un aumento de los precios del 10% aumentaría la pobreza en 6%. Por el contrario, un incremento de los ingresos 10 puntos superior al de los precios, reduciría la pobreza en un 6%.
“Los riesgos no son simétricos y, dada la cantidad de precios que mantienen hoy un valor artificial producto de imposiciones del Gobierno (productos de consumo masivo, bienes transables que siguen la evolución de un tipo de cambio apreciado, servicios privados cuyo precio está controlado por el Ejecutivo, servicios públicos congelados, etc.), es probable que el diferencial entre ingresos y precios sea negativo una vez que estos controles se levanten”, cerró.