Si se usan barbijos y se respeta el distanciamiento social, la posibilidad de que el virus se propague en trenes, colectivos y subtes sería menor de lo pensado, según una publicación.
Los trenes, colectivos y aviones fueron catalogados como posibles puntos críticos de COVID-19 por expertos de todo el mundo al comienzo de la crisis y por el grupo de infectólogos argentinos que asesora al presidente Alberto Fernández.
Sin embargo, las conclusiones de algunas investigaciones internacionales recientes escarbaron en esa afirmación, estudiaron el fenómeno y determinaron que la probabilidad de contraer el coronavirus es mayor cuando se trabaja en una oficina, se come en un restaurante o se toma algo en un bar, reabiertos en Europa o en lugares de Asia en la denominada «nueva normalidad».
En mayo y en julio, los estudios de rastreo siguieron la huella de cientos de grupos de personas con COVID-19 en Francia, Austria y Japón y las averiguaciones dieron un resultado que va a contramano de la creencia hasta aquí: menos del uno por ciento de los casos se pudieron vincular al transporte público.
Salud Pública de Francia, por ejemplo, pudo identificar 150 brotes de infección desde el inicio de la pandemia. Por sorpresa, ninguno se detectó en el subte, trenes, aviones o barcos, según publica Le Parisien.
En Austria, una investigación similar descubrió que ninguno de los 355 clúster de casos, entre abril y mayo, se pudo rastrear por el uso del transporte público,
En Tokio, donde los funcionarios de salud pública persiguieron y aislaron los contactos de los pacientes infectados, determinaron que ninguno estaba vinculado al superpoblado subte de la ciudad. Por el contrario, investigadores de la Universidad de Tohoku encontraron que un importante porcentaje de los grupos fueron rastreados en gimnasios, pubs, lugares de música en vivo y bares de karaoke, determina un artículo de Science.
Un panorama similar se vio en la ciudad de Nueva York, donde más de 23.000 personas murieron a causa del coronavirus. El análisis de los datos de rastreo de contactos realizado por el excomisionado de tráfico de la ciudad de Nueva York, Sam Schwartz, encontró que sólo el 4 por ciento de las 1.300 admisiones hospitalarias por virus a principios de mayo habían utilizado recientemente el transporte público.
Los expertos creen que las bajas tasas de infección se deben en parte a un uso reducido, a un buen cumplimiento de las normas de barbijo y distanciamiento y a la limpieza regular de los colectivos y vagones.
Incluso, los científicos argumentan que las personas tienden a permanecer en trenes o colectivos durante períodos relativamente cortos de tiempo y, con frecuencia, no hablan con nadie, reduciendo la cantidad de aerosoles que disipan.
Por otro lado, los autores del trabajo admiten que los datos podrían estar sesgados por el hecho de que menos personas están utilizando el transporte público, incluso en un clima donde la cuarentena se haya flexibilizado.
En la Argentina, el Gobierno suspenderá las tarjetas SUBE que registren viajes durante más de dos días consecutivos sin estar declaradas en un certificado de circulación en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), en el marco del aislamiento obligatorio por la pandemia del coronavirus.