El trastorno de espectro autista: cómo detectarlo y tratarlo

El trastorno del espectro autista (TEA) es una diferencia en la forma en que se desarrolla el cerebro de una persona. Las personas con TEA nacen con él y sus problemas suelen empezar en los dos primeros años de vida. Pueden tener dificultades para comunicarse y relacionarse con los demás.

El TEA afecta a cada persona de una forma diferente. Algunas personas no pueden hablar o aprender. Su comportamiento puede parecer extraño; pueden evitar a los demás; pueden caminar y mover el cuerpo de formas inusuales, aleteando con las manos, por ejemplo. Pueden repetir frases de programas de televisión o de películas.

Aquellos que tienen TEA son capaces de hablar y aprender, pero pueden resultar con problemas o dificultades para:
-Expresar sus sentimientos. Pueden parecer frías o distantes.
-Entender los sentimientos de los demás. Pueden ignorar o malinterpretar cómo se siente o cómo se comporta la gente en una situación.
-Descifrar señales sociales. Pueden no entender el lenguaje corporal o las expresiones faciales; se acercan demasiado a los demás; ignoran los indicadores de aburrimiento o de frustración.
-Procesar la información sensorial. Les molestan los ruidos y las luces fuertes y las multitudes.
-Adaptarse a los cambios. Les puede resultar difícil sentarse en un asiento diferente o tener a un profesor sustituto. Algunos se pueden concentrar de una forma casi obsesiva en un tema o afición, que puede ser peculiar e infrecuente (como las variedades de manzanas o la Primera Guerra Mundial).

¿Cuáles son las causas del autismo?

Nadie sabe exactamente cuál es la causa del TEA. Lo más probable es que sea algo relacionado con el ADN (los genes que trasmiten los padres a sus hijos) y otras cosas como las infecciones o las toxinas que modifican la forma en que se desarrolla el cerebro.

Los problemas que ocurren durante el embarazo y en el parto aumentan las probabilidades de que un niño tenga autismo. Las vacunas no causan el autismo.

¿Cómo se diagnostica?

Los médicos evalúan a los bebés y a los niños pequeños para detectar posibles signos del autismo en cada visita de control. Un padre se puede dar cuenta de que hay algo que va mal y explicárselo al médico. Es posible que el niño ya sea lo bastante mayor como para hablar, pero todavía no hable. O un niño puede no parecer interesado en la gente, o puede jugar solo o jugar de una forma inusual.

Si el médico sospecha autismo, un equipo de expertos (que puede incluir médicos, un psicólogo, un terapeuta del habla, un terapeuta ocupacional y un profesor de educación especial) evaluará al niño.

¿Cómo se trata una persona que lo padece?

No existe cura para el autismo, pero el tratamiento puede ayudar. Cuanto antes se inicie el tratamiento, mucho mejor.

Con terapia, las personas con autismo pueden aprender a hablar, rendir más en la escuela y desarrollar sus habilidades sociales. Muchos niños con TEA reciben clases de educación especial o servicios educativos especiales.

Su programa de tratamiento puede incluir:
Terapia del habla (logopedia) para ayudarlos a hablar y a desarrollar las habilidades lingüísticas.
Terapia ocupacional para ayudarlos en las tareas cotidianas, como vestirse y jugar.
Terapia de conducta para mejorar su comportamiento. Entrenamiento en habilidades sociales para ayudarlos a relacionarse con los demás. Intervenciones educativas especiales para ayudarlos en los aprendizajes académicos.
Medicamentos, para ayudarlos en aspectos relacionados con el sueño, prestar atención y la hiperactividad.

¿Cómo se ayuda?

Las personas con TEA tienen una amplia variedad de signos y de síntomas. Algunas personas no sienten que tienen un trastorno y no quieren cambiar. Están orgullosas de ser quienes son y quieren que las acepten, aunque puedan tener puntos fuertes y puntos débiles diferentes a los del resto de la gente.

Todo el mundo merece ser respetado, pero es fácil que las personas con TEA sean el blanco de bromas, les hagan bullying, o las dejen de lado, porque son diferentes. Acosar y hacer de lado a una persona nunca es una forma adecuada de tratar a quien puede costarle entender las bromas, los chistes y el sarcasmo.

Tenés que ser muy claro y basarte en los hechos cuando te comuniques con una persona con TEA.Tratá de tener paciencia y de ser amable con ella. Recordá lo difícil que puede serle entender en qué consiste ser un buen amigo. Da la cara por los compañeros de clase que reciban acoso o bullying. Y explícaselo a los adultos para que puedan ayudar a protegerlos.

Algunos de los indicios que pueden ser indicativos del TEA en los niños son: • En la escuela, hay falta de interés por los otros niños.
• No comparten intereses (no acostumbran a señalar con el dedo aquello que les llama la atención para compartirlo con los demás).
• Ausencia de juego simbólico (dar de comer a muñecas, hacer cocinitas, jugar a coches como si fueran de verdad, etc.).
• Se establece poco contacto visual y no observan la expresión de la cara del interlocutor cuando juntos están viendo alguna cosa inusual. No acostumbran a realizar la sonrisa social.
• Su lenguaje, si existe, es literal (no entienden las bromas, los chistes, los dobles sentidos ni las metáforas).
• Evitan el contacto físico o les gusta más bien poco. Acostumbran a tener hipersensibilidad táctil, olfativa, gustativa y auditiva. Frecuentemente existe poca sensibilidad al dolor.
• Reaccionan poco ante la voz de sus padres, lo que puede hacer sospechar de un déficit auditivo.