Este viernes a las 18 hs se realizará la exposición Mas libros para Más memoria en el Centro Cultural Mercado, ubicado en la calle Colón al 451, en la ciudad de Avellaneda.
El evento se realizará con el objetivo de rememorar y compartir el trágico hecho ocurrido en Sarandí en 1980: la quema de libros del Centro Editor de América Latina (CEAL). De esta manera, se desempeñará la segunda convocatoria al proyecto en el que se invitan artistas que participan de la conmemoración.
El proyecto está organizado por la Subsecretaría de Cultura y Promoción de las Artes de la Municipalidad de Avellaneda en conjunto con la Comisión de Bibliotecas Populares de esa comuna. Más libros para más Memoria propone llevar a cabo intervenciones y resignificaciones que fueron imaginadas a partir del uso de libros expurgados de las bibliotecas populares de Avellaneda, y se trata de la primera convocatoria destinada a la producción de obras de arte y su circulación como prácticas de la memoria que desarrolla la comuna.
¿Qué pasó el 26 de junio de 1980?
Hace 37 años, durante la última dictadura cívico-militar, se dió la orden por parte de un tribunal sin independencia jurídica, de llevar a cabo la quema de libros del Centro Editor de América Latina (CEAL). El hecho representó el atentado más grande registrado contra la cultura nacional y la culminación de un ataque sistemático a una de las editoriales más prestigiosas que existió en el país y en el continente. Los libros eran considerados material subversivo y peligroso, según Hernán Gustavo de la Serna, quien ordenó que se deshicieran de ellos, siendo un millón y medio de libros que eran equivalentes a 24 toneladas.
El suceso se convirtió en una de las hogueras más grandes de la historia junto con la persecución más intensa a los trabajadores del Centro Editor, siendo amenazados y habiéndoles colocado bombas en las instalaciones de la editorial, además de los controles firmes que realizaban con tal de vigilar las actividades que realizaban.
Cabe destacar que si bien el hecho es considerado uno de los más atroces para la cultura de nuestro país, no fue el único atentado realizado durante la dictadura, porque el plan sistemático de censura de los circuitos culturales y la persecución de autores y editores, contaba con una oficina encargada de recorrer las librerías que más tarde serían denunciadas por tener material «subversivo o peligroso», y procederían con su eliminación.