En diálogo con Julián Cristiani (voz y trompeta) y Federico Prom (bajo), integrantes de Groove Atlético. También, la banda está conformada por Leandro Espinosa (guitarra eléctrica), Santiago Cristiani (voz), Esteban Chams (batería) y Félix Sanabria (sintetizador).
¿Cómo se conocieron?
Julián: En YouTube hay un montón de material de la banda, que se llamaba Electroacústica. Era un proyecto que empezamos con mi hermano y un amigo. Mi mejor amigo se quedaba a dormir siempre en casa, nos gustaba el rap, el hip hop. Empezamos a hacer música por la compu. Mi hermano en ese momento estaba empezando a rapear con unos primos. Empezamos a juntarnos y ver qué sale, hacer beats.
Era música experimental.
Julián: Rap experimental. Una fusión. Nunca quisimos pertenecer a algo, sino hacerlo. Hace dos o tres años fue esto. Tuvimos nuestras primeras presentaciones. Después nos ofrecieron tocar en un festival de Berazategui, y se me ocurrió llevar lo mismo pero con una banda. La primera formación era todos menos Fede, y tuvimos una fecha con ellos que nos fue muy bien. Mariano dijo “me voy de viaje, no sé cuándo vuelvo” y ahí apareció el señor Fede.
¿Cómo llegan a ser lo que hacen hoy?
Federico: empezamos a hacer temas coloridos, modernos, y más poperos. Todo diseñado para que la gente pueda bailar.
Julián: El objetivo es que la gente baile sin perder los valores de persona, cómo pensamos la música, la imagen, la honradez y la dignidad.
«Si a nuestra música no la querés analizar, vas a bailar, pero si te querés poner a prestar atención a lo que dice, no te la va a bajar»
¿Con qué no tranzarían?
Julián: Con que nos digan qué hacer y cómo. Con copiar algo para obtener un rédito. En el ámbito de la música vos podés fácilmente copiar un formato de tema que explota. No sé si la gente se pondrá a pensar “ah, sí, esto es parecido a lo otro” o simplemente lo escucha y ya está. Como no hay una crítica y se empezó a copiar esta fórmula de “si este tema la pega, entonces hago uno parecido”, entonces se hacen todos temas parecidos hasta que se instala una moda, y así van pasando las modas, pero hay algo que queda que es el groove, que hace bailar a las personas. El baile va a estar siempre. No voy a hablar de culos porque la letra tiene que decir “culo”. “La letra tiene que ser estúpida y tonta para que la persona lo entienda”, hay comentarios que son así, y eso me parece que es subestimar a la capacidad crítica de cualquier persona. Si a nuestra música no la querés analizar, vas a bailar, pero si te querés poner a prestar atención a lo que dice, no te la va a bajar. Ese es nuestro objetivo.
¿En qué los une el funk?
Julián: Es eso primitivo que dijo Fede, que es movimiento.
¿Y qué es el movimiento?
Julián: La ínfima expresión de la música es la vibración, la materia prima, y el orden. Entonces al tener orden podemos ir a la expresión mínima que sería la sinusoide y eso lo que tiene per se es movimiento, y el movimiento es vida. Por eso digo que es Dios.
«Nos encantaría que el público también se vista de ocasión y se haga una moda de esto»
¿Cómo viven su identidad musical?¿Qué quieren reflejar?
Julián: En el escenario nos vestimos de traje, lo más finos posible, porque nos parece importante asistir a un lugar en el que tenés muchas ganas de estar y compartir con otras personas. Como cuando vas a ver una persona que te gusta mucho y te vestís elegante para una velada especial. Nos encantaría que el público también se vista de ocasión y se haga una moda de esto. Igualmente, que terminen todos transpirados, con la peluca corrida, es esa la idea (risas).
¿Y entonces de qué hablan ustedes?
Federico: Hay algo bélico en las letras. Decirle a algo que es re careta a través de los temas. Puede que esto tenga que ver con lo que no tranzaríamos.
Julián: Si, tiene que ver con los que tienen una imagen sostenida de “che, loco, vos tenés que cuidar tu imagen porque habla mal de vos”, comentarios así, “vos tenés que ser de cierta forma para agradarle a los demás”.
Federico: Que nadie note tus defectos.
Julián: Claro, claro. O cuando vas a bailar y la gente no baila, y de repente alguien baila y genera algo en los demás. Comentarios como “qué desubicado” o “sos re copado, vamos a bailar”. Ese que se puso a bailar que despertó a todos los demás, que tienen ganas de bailar y de ser pero la cultura hace que no, que se unan en un público, en una masa.
«Somos nuestra propia policía. El poder se empieza a ejercer solo. La autoridad ya no tiene que hacer nada»
¿La gente inhibe su realidad para caer bien a los demás?
Julián: Somos nuestra propia policía. El poder se empieza a ejercer solo. La autoridad ya no tiene que hacer nada. Y el mensaje sería “dale, salí de ahí y tirate un paso”. Últimamente nos dimos cuenta que el público está en los B-boys y las B-girls, la gente que hace break dance, les gusta bailar, lo hacen desde el principio hasta que se van, y caen temprano. No van a llegar tarde cuando está puesto. Y hasta que no sacan la música no paran.
Federico: La música y el baile tienen un mutualismo muy intenso. Se necesitan, se ayudan y se dan sentido el uno al otro.
¿Cómo se da la composición?
Julián: Las letras las compartimos entre los dos. Mi hermano y yo. Venimos de la escuela del Flaco Spinetta, un gran crítico del mainstream en la música: de “la minita en la esquina” y “te espero”, esa lavada de cerebro general. Mi hermano está estudiando relaciones laborales y su carrera lo hace muy crítico. Sus letras son re precisas y las mías son más que las tenés que cachar. Yo puedo llegar a decir “se puede abandonar la dieta cuando la hipocresía lo permita”, por ejemplo, y Santiago te puede decir “yo soy un yo-yo, protagonista del show, hedonista del flow, si es para mí verte sufrir, me da lo mismo, puedo elegir”. Es una parodia sobre justamente este modelo.
¿Qué significa lo funk para ustedes?
Federico: La palabra viene originalmente de África. Va a Estados Unidos y se instala como algo medio malo, un poco difícil. Es una expresión que originalmente no se usaba como género musical. Algo mal oliente, sucio, problemático. Quizás el concepto del negro por parte del blanco, y ahora es un género musical lleno de límites y de libertades.
«Un libro poco y nada te puede explicar lo que es sentir la música o lo que significa»
¿Esto se aprende en la carrera?
Federico: Estudio música, pero para mí, la mayor cantidad de destrezas que un músico acumula es haciéndola. Un libro poco y nada te puede explicar lo que es sentir la música o lo que significa.
Julián: ¿No te parece que hay cosas que son más tocar que tocar, o sea, que tocar mecánicamente porque querés que te salga? Por ejemplo, irte de viaje.
Federico: Tiene que ver con que es un pensamiento más musical ir a la playa y mirar el mar de una forma y decir “ah, pará, las olas cuando se mueven así…” y tu cabeza hace ese click. Sería el arte en sí, como esta urgencia de decir de manera que no tenga información literal, y eso lo encontrás en todas partes, si tiene algo emocional adentro.
De Spinetta admiran la valentía de ir por fuera de lo que “el mercado” pide ¿Hay otra inspiración?
Julián: Y encima que sea tan querido. Que hablan bien de él, y no baje de ese lugar. Después, de Schöenberg, la valentía que tuvo de decir: la música se hacía de determinada forma, y ahora se va a hacer de otra. Este loco rompió la expectativa de lo más fundamental. El sistema de recompensa que te lleva a hacer algo, es lo que se juega en la música para que vos la disfrutes. Entonces vos estás escuchando y flasheando que va a venir algo, expectante. Esa regla tenía que ver con el tiempo y tonalidad, y Schöenberg hizo un sistema en el que se usan las doce notas. Apuntó a destruir el placer y solamente jugar con la mente, como ordenar las doce notas para que no se repita ninguna y hacer un puzzle.
Federico: Le sacó la emoción intensa de la música y le puso
toda la racionalización. No podés no poner recompensa en algo porque parece
perder valor, y parece no valer la pena.
En el presente, pareciera ser que ya
está todo descubierto, todo dado ¿Se imaginan un cambio de paradigma? ¿Si es
así, cómo se daría?
Federico: Hay un punto de quiebre en la historia de la música que es la accesibilidad, que ya no hace falta ir a escuchar música. Cuando se hizo objeto que ya uno podía traficar, el dueño de ese objeto ya no era el músico y ahí la música perdió el criterio.
Julián: Antes tenías tango en grandes orquestas y ahora tenés un DJ y chau. El paradigma sería cortar con la carrera por lo nuevo, y algo diferente sería música para bailar con ciertos valores estéticos. Decir “voy a un lugar, a bailar, y me gusta cómo baila él por eso, y entonces yo puedo hacer esto”, o cuando escucho un tema en la radio, poder decir “esto es cualquiera”, conceptualmente. Y si lo elegís escuchar, saber que es cualquiera y con qué fines lo estás escuchando. Que vuelva el criterio.