La Pastafrola: un plato de leyenda

Su nombre actual proviene del italiano “pasta frolla”, que significa “pasta quebrada”. La masa de esta tarta deriva de otro dulce italiano llamado “crostata” (de “crosta”=corteza), en el que se utiliza una masa de similares características: quebradiza al manipularla. La crostata es una base de tarta que suele llevar relleno de duraznos, damascos y/o frutos rojos. En España, esta base de tarta se conoce como “pasta brisa”, también por su fragilidad.

Los inicios de la pastafrola (también, “pasta frola” o “pastaflora”) no son certeros, pero existen interesantes versiones en forma de leyendas que se fueron propagando. Una de ellas indica que la tarta se la debe a las manos de unas mujeres religiosas que habitaban el monasterio de San Gregorio Armeno, ubicado en Nápoles.

Con el tiempo, habría trascendido los terrenos del monasterio y alcanzado su popularidad a lo largo de la región de Nápoles, pero que llegó su fama cuando el Marqués de Rubí la probó accidentalmente. El noble viajaba en su carruaje y rompió una de las ruedas. Unos campesinos se acercaron a ayudarlo, le ofrecieron esta tarta y quedó fascinado por su sabor, tanto que llevó una nueva a la corte de España. A tal punto se dio su aceptación que, dicen por ahí, la pastafrola hizo sonreír a María Teresa de Austria, reina famosa por su poca demostración de felicidad. Otra versión dice que los pasteleros de Génova fueron sus creadores, cuando incorporaron a la masa (hecha básicamente de harina de trigo, manteca y huevos) caña de azúcar llegada de Siria y Egipto, después del siglo X.

Al igual que muchas recetas, esta llegó a Sudamérica de la mano de los inmigrantes italianos. Aquí fue reinterpretada con la influencia de distintas colectividades que se fueron instalando y habitando el “nuevo continente”. La decoración en forma de rejas que conocemos, probablemente se haya replicado de la tarta suizo austríaca Linzer, y el relleno de membrillos se lo debemos a los españoles y árabes, ya que es un fruto que proviene del Medio Oriente y fue (y aún sigue siendo) muy consumido por estos europeos.

El membrillo es el ingrediente más tradicional de la pastafrola, pero con el tiempo se ha probado utilizar otros dulces, como el de batata o frambuesa. Hoy en día, en nuestro país es muy frecuente encontrar variantes con dulce de leche como relleno y decoración con coco rallado sobre la masa rejilla.

¿Dónde conseguir una buena pastafrola?

Un lugar de gran calidad en sus productos es la Panadería y Confitería “La Argentina”, ubicada en la esquina de Belgrano y Zapiola, en diagonal a la Iglesia de Don Bosco y pocas cuadras de la estación de tren Bernal.

¿Cómo hago una buena pastafrola en casa?

Dejamos a continuación una receta probada por nosotros mismos.

Ingredientes:

Para el relleno: agua caliente (para aligerar) 100 cc, dulce de membrillo 500 g y vino Oporto 50 cc. Para la masa: harina 0000 – 400 gramos, polvo para hornear 10 g, esencia de vainilla ½ cdita, azúcar 180 g, huevos 2 unidades, manteca 200 g, ralladura de ½ limón, y sal ½ cucharadita.

Paso a paso:

  1. Colocar la manteca pomada junto con el azúcar y batir con cuchara de madera o batidor hasta disolver por completo los gránulos.
  2. Agregar la esencia de vainilla y la ralladura de limón, agregar los huevos y batir hasta obtener una crema.
  3. Tamizar la harina con la sal y el polvo para hornear. Hacer una corona con la harina.
  4. Colocar el batido en el centro y unir los componentes sin amasar. Se puede hacer con espátula o con la mano sin transmitir mucho calor (para que la manteca no se derrita).
  5. Formar un cuadrado, cubrirlo con papel film y dejar enfriar en heladera. La masa se puede conservar hasta tres días en la heladera o dos meses en freezer. Esta masa puede confeccionarse íntegramente en procesadora incorporando los ingredientes  en el mismo orden que manualmente.
  6. Para el relleno, cortar el membrillo en cubos, calentar junto con el agua y el vino a fuego suave. Remover hasta lograr una pasta. Dejar enfriar antes de armar la tarta.
  7. Para el armado, estirar ¾ de la masa con la ayuda de un palote hasta lograr unos 5 mm de espesor. Luego, forrar una tartera. Apretar ligeramente la masa sobre los bordes de la tartera y cortar el excedente.
  8. Unir la masa sobrante a la que reservamos y estiramos hasta lograr 5 mm de espesor. Cortar bandas de 2 cm de largo. Pincelarlas con huevo batido.
  9. Rellenar la tarta con el dulce de membrillo y alisarlo.
  10. Trazar un enrejado con las tiras de masa.
  11. Hornear a 180°C durante 40 a 45 minutos.
  12. Dejar enfriar y servir. Importante: no desmoldar antes que se enfríe totalmente porque la masa, al ser quebradiza, se va a romper

    ¡Que la disfrutes!