La historia de la pizza está íntimamente relacionada al invento del pan por parte de distintas civilizaciones. Por ejemplo, en el antiguo Egipto, al descubrir la levadura empiezan a prepararse bollos con harina –hecha por granos de cebada que molían y aplastaban-, agua y miel. En Grecia, la receta fue evolucionando y al bollo le añadían grasa, especias, ajo y cebolla.
Los soldados persas le ponían a la masa queso fundido y dátiles. En Italia se conocía como “pizza bianca” elaborada con pan, grasa, hierbas, ajo, cebolla, aceitunas. El denominador común de todas estas sociedades era los ingredientes de fácil acceso y que estaban al alcance de la mayoría. Se podría afirmar que es un plato básico que surge de los sectores populares y que con el tiempo se fue modificando para lograr su mejora e innovación en variedades de sabor.
¿Qué significa? Se piensa que la palabra “pizza” proviene de “pinsa”, tiempo pasado del verbo latino “pinsere”, que significa “machacar”, “presionar” o “aplastar”, una referencia a la acción sobre la masa base de este famosísimo alimento.
¿Por qué el tomate? En Nápoles del siglo XVI se empezaron a consumir los tomates como alimento, mientras que en el resto de Europa no se consumieron hasta el siglo XVIII. Al principio, el tomate se consideraba venenoso y se usaba en jardinería a modo decorativo. Un buen día, un campesino napolitano, por su necesidad de comer, acompañó su pan de un tomate y le encantó.
Al “sobrevivir” se corrió la voz y así el pueblo empezó a comer los tomates con sus panes secos. Este plato fue muy aceptado en Nápoles. La mayoría no tenía un horno propio, por lo que preparaban la masa en sus casas y se la llevaban al panadero para hornearla. Con el paso del tiempo, debido a su gran demanda, los pizzeros napolitanos crean su propio gremio, separado de los clásicos panaderos, preparando ellos mismos la masa y horneándola, volviéndose un plato muy popular entre la gente que se lo llevaba a su casa o se lo comía en la calle, apareciendo también vendedores ambulantes de la pizza.
Sabores famosos. La primera pizzería del mundo se inaugura en Nápoles, en el año 1830: “Port’ Alba”, de la que creían poco futuro, y sin embargo sigue abierta hasta el día de hoy. Raffaele Espósito, un conocido pizzero de aquella época, dueño de “Pietro il Pizzaiolo”, en junio de 1889 fue el encargado de elaborar su especialidad para los reyes italianos, Don Umberto I y Doña Margarita de Savoya, que se encontraban de visita en Nápoles. Raffaele Espósito horneó y entregó a sus majestades tres pizzas diferentes: la primera, “Mastunicola”, hecha de manteca de cerdo, queso y albahaca; la segunda, llamada “Marinara”, condimentada con ajo, aceite y tomates; y la tercera, que denominó “Monarca”, con la que quiso honrar a la realeza dibujando los colores de la bandera nacional italiana -verde, blanco y rojo- con los ingredientes: albahaca, mozzarella y tomates. Esta última resultó ser la preferida de la reina, por lo que fue rebautizada por Raffaele Espósito como pizza Margarita o Margherita. A partir de ese momento todos querían probar la pizza preferida de “Marga”, por lo que se extendió por toda Italia rápidamente, convirtiéndose en el símbolo gastronómico de todo el país y de alguna manera “unificadora”, ya que todos por igual podían comerla.
Recomendamos. En la zona sur inauguraron hace poco una pizzería y local de empanadas llamado La Tradición, que ofrece la variedad Margarita con gran nivel de sabor, y también, la novedosa pizza Lehmeyun, propia de Armenia y que no se consigue en otro lugar de la zona. La Tradición se encuentra en Yrigoyen y Saavedra, muy cerca del centro de Quilmes.