En el transcurso del último año, el medicamento Ozempic se ha reconocido en todo el mundo como un recurso eficaz en el tratamiento de la obesidad. Esta popularidad ha sido impulsada significativamente por la promoción realizada por actores e influencers en diversas plataformas de redes sociales. Sin embargo, esta repentina fama ha generado una elevada demanda que ha provocado escasez de suministro en algunos países. Ante este revuelo, surge la pregunta: ¿es justificado este entusiasmo? ¿A quién está realmente destinado este tratamiento?
El Ozempic, conocido genéricamente como semaglutida, es un fármaco perteneciente al grupo de las incretinas, desarrollado y comercializado por el laboratorio danés Novo Nordisk bajo los nombres comerciales de Ozempic, Rybelsus y Wegovy. Su funcionamiento se remonta a investigaciones realizadas en la primera mitad del siglo XX, donde se descubrió la existencia de hormonas llamadas incretinas, específicamente el GLP-1 y el GIP, liberadas en el intestino tras la ingesta de alimentos.
Originalmente diseñado para tratar la diabetes tipo 2, el Ozempic se ha convertido en un recurso valioso para combatir la obesidad. Autoridades como la FDA estadounidense y la EMA europea han aprobado su uso para adultos con obesidad, sobrepeso o comorbilidades asociadas.
¿Cómo actúa? Este fármaco, al ser un análogo del GLP-1, atraviesa la barrera hematoencefálica y actúa en las redes nerviosas centrales, disminuyendo el apetito y prolongando la sensación de saciedad al ralentizar el vaciado gástrico. Además, puede mejorar la sensibilidad a la insulina, beneficiando a aquellos con resistencia a esta hormona, común en la obesidad y la diabetes tipo 2.
A pesar de sus beneficios, el Ozempic no está exento de efectos secundarios, principalmente a nivel gastrointestinal, como náuseas, vómitos o diarrea. Se debe ejercer precaución al prescribirlo a pacientes con ciertas condiciones, como retinopatía diabética, debido al riesgo potencial de tumores de células C de tiroides y pancreatitis.
En cuanto a su indicación, la FDA y la EMA han aprobado su administración para reducir y mantener el peso en adultos con obesidad, sobrepeso o comorbilidades como hipertensión arterial, diabetes tipo 2 o colesterol elevado. No obstante, este tratamiento debe ser complementario a cambios en la dieta y aumento de la actividad física.
Es importante destacar que el tratamiento con Ozempic debe ser supervisado por profesionales médicos y no se debe considerar como una solución rápida y sin esfuerzo para perder peso. En España, por ejemplo, este fármaco se dispensa solo con receta médica y principalmente para el tratamiento de la diabetes tipo 2.
El informe de posicionamiento terapéutico sugiere que la pérdida de peso con Ozempic se detiene o se estabiliza después de un tiempo. La interrupción del tratamiento puede resultar en un aumento del peso perdido, lo que indica que su uso continuado puede ser necesario para mantener una reducción estable, aunque aún se desconocen los efectos a largo plazo.
En conclusión, si bien el Ozempic ha despertado un gran interés como una herramienta efectiva en la lucha contra la obesidad, su uso debe ser responsable y estar respaldado por cambios en el estilo de vida y la supervisión médica adecuada para garantizar resultados seguros y sostenibles a largo plazo.