En el marco del mes del vidrio, Nueva Época visitó el Museo Municipal de Berazategui junto a la Directora de Museos Jimena Coppolino, la Coordinadora del área de Vidrio Karina Del Savio y la curadora Sofía Mariel Magra. Con una cálida bienvenida, las encargadas de mantener viva la cultura y el arte en Berazategui nos brindaron un recorrido cautivador por las fascinantes facetas del arte en vidrio, la historia de la ciudad y los artistas que dejaron su huella guardada en lo que hoy es el faro del arte y la cultura: el magnífico Museo.
Tras el recibimiento pasamos a presenciar y disfrutar la sala del almacén de ramos generales, un espacio que con sus pisos de pinotea y piezas antiguas funciona como un vehículo del tiempo. Fue allí donde comenzamos una entrevista que recorre un poco de la historia que se conserva en lo que antiguamente era la vivienda de la familia Traverso.
NE: ¿Por qué Berazategui se considera la Capital del Vidrio?
Karina Del Savio: Se considera la Capital del Vidrio porque nosotros tuvimos el arribo de las primeras personas que quisieron armar una cristalería acá. Alrededor del 1900, los franceses Rigolleau querían mantener su industria del papel mediante la búsqueda de la creación de tinteros de vidrio. Después de investigar el modo de construir vidrio, se encuentran con este lugar: Berazategui, que contaba con las condiciones perfectas para la construcción de un buen material. Tuvieron otros intentos en diferentes sitios, como en Córdoba, pero las arenas no funcionaban y el proyecto no prosperó.
Así que podríamos decir que es la primera cristalería a escala multinacional, o con una intención empresarial que se radicó en Berazategui. Desde ahí ya sabemos por qué es capital del vidrio, porque ellos trajeron consigo una política empresarial de integración con sus empleados, además de considerar importante que el vidrio también fuera un elemento para trabajar en el arte, no solo en el uso doméstico o utilitario funcional.
Por eso podemos decir también que tenemos un linaje que otras ciudades no tienen y otra cultura de gente que se formó, se especializó, que se dió de manera empírica su información o transmisión oral; y porque además es una cristalería que si bien no es de los Rigolleau, actualmente produce 1.400.000 unidades diarias.
Con cuartel de bomberos propio, con usina propia, es decir, es un estado dentro de la ciudad. Es impresionante, son 10 manzanas. En Sudamérica no hay un antecedente como este. No hay otra fábrica que tenga ni la escala, ni el tiempo, ni la cultura que desarrolló esta empresa.
Rigolleau cuando vino a Argentina, era francés, y acá no había gente especializada. Entonces buscan húngaros, polacos, chacoslovacos, todas personas que sabían trabajar con el vidrio en Europa son traídos para acá. Todas esas personas se quedaron acá enseñando el oficio, eso se sabe acá y si queres saber algo de eso tenes que venir acá.
NE: ¿Qué actividades se realizan en este Museo?
Karina Del Savio: Con Jimena tratamos de articular permanentemente todas las actividades, nuestra nueva política es que todo esté unid, si para mi es tan importante que un alumno escuche a un artista que fue convocado por el Museo para que aprenda sobre vidrio, que tome una clase de su tema en específico, en eso estamos de acuerdo las dos.
Aquí funciona una Escuela del Vidrio, que tiene una actividad diaria. Es una educación no formal que brinda un oficio que se transmite de forma oral y práctica. No está academizado a un nivel universitario pero tranquilamente podría serlo, solamente que está dado por personas que tienen un oficio, que no pasaron por la Universidad, con un nivel altísimo pero sin título universitario.
Luego se hacen charlas, Salones Nacionales, o sea competiciones concursos, conferencias, seminarios específicos internacionales, a veces traemos gente de afuera. Hace unos días vino un grupo de todas las provincias, de Chaco, de Córdoba, de todos lados, que se juntaron para venir a ver qué es lo que se hace acá; o sea que se organizan visitas, todo el tiempo.
Después, por supuesto, está el Museo que tiene su ala histórica que habla del linaje y su área contemporánea, moderna y todas las actividades que realiza la gente del Museo, como Jimena, que está aquí, con todo el equipo de curadores y gestores culturales que están, bien gestionan y se interrelacionan permanentemente. Todo de manera pública, porque esto se construye a partir de objetos que los vecinos van donando. Incluso, en los concursos, el Museo le compra las obras a quienes ganan, entonces adquiere a través de un sistema democrático y abierto, una nueva pieza. La entrada es gratuita y la gente puede venir a tomarse un café acá y después hacer la visita, o sea ese es nuestro estilo.
NE: ¿Qué obras se pueden presenciar desde la entrada al Museo?
Karina Del Savio: Bueno, las obras que se ven en la entrada son trabajos comunitarios de los alumnos, que por ahí los hacen en un aula y después piden permiso para ponerlos como trabajos colectivos. Luego, en el recorrido vas a poder ver el resto de los trabajos que van desde la parte del principio de siglo hasta el 60, del 60 a los 90 y del 90 para acá.
NE: Si bien hay obras de determinados artistas, hay objetos donados por los vecinos. Entonces, ¿Cómo estas obras se reflejan en la ciudad?
Karina Del Savio: Te puedo responder desde mi experiencia. Argentina, esta a un nivel internacional en la parte contemporánea de vidrio pero es un país donde está el producto y no el mercado. Por ahí hay gente que tiene un nivel enorme pero no hay una galería que diga: «te voy a comprar obra en vidrio» todavía. En Estados Unidos y en otras partes del mundo está lleno. Acá todavia falta el mercado, pero si está el oficio y el producto.
En lo que es inherente a la parte antigua, hay gente que viene y dice «ese pisapapel yo lo tengo porque mi abuelo…» Entonces hay una cosa permanente de identificación o reconocimiento, porque los objetos generan ese ir y venir entre el pasado y el presente. Los objetos son un vehículo de interacción permanente entre el pasado y el presente, el recuerdo y las emociones muy fuertes, porque son cosas donadas. Siempre son conexión, son memoria, es por eso que es un Museo.
Jimena Coppolino: Nosotros desde Museos tratamos de articular con todas las áreas educativas porque hay ciertas barreras simbólicas, barreras invisibles respecto a estas instituciones de la alta cultura, porque acá tenemos un Museo de Arte, más allá de abordar la cuestión histórica, es un Museo artístico.
El histórico, que es donde estamos, en este café, siendo la parte de adelante del complejo, es un edificio que cumplió 30 años y fue construido a partir de las donaciones de los objetos de los vecinos; caseros, familiares, personales y hasta reliquias muy queridas. Tal vez no hay objetos con un valor económico importante pero sobre todo tiene que ver con un valor emocional, sentimental o simbólico que llega a esta institución y a toda la comunidad de Berazategui o el mundo quie quiera recorrerlo.
Entonces el Museo del Vidrio tiene una impronta artística, que para quien no se sienta identificado en la cuestión de la expresión, se genera esa barrera. Por eso, desde el Museo intentamos atraer a quienes no se sienten parte, mediante diversas estrategias y es ahí donde se torna aún más importante la articulación de las actividades educativas. A veces nos sucede que los propios estudiantes de la Escuela vienen a cursar tres veces por semana y no han entrado al Museo Histórico.
Es importante que quienes están habitando este complejo se sientan invitados a visitar el Museo, (al museo del vidrio si entran porque es su expertiz) pero conocer el histórico, hacer la guiada con el equipo que incluso por ahí conocen porque vienen.
Es un trabajito artesanal de hacer para que ese público, o los mismos vecinos del barrio por ejemplo, se animen a entrar y se den cuenta que es un lugar que los va a identificar, los va a conmover y va a hablar de ellos. Donde van a poder contar sus testimonios, que para nosotros tienen un valor importantísimo porque la memoria se construye en comunidad y la misión de estos espacios tiene mucho que ver con eso. Obviamente también proyectar hacia un futuro el arte Argentino, pero necesitamos que entren una vez, que se encuentren con el espacio, con los equipos, que vean que acá la pueden pasar bien, que no tienen que pagar un entrada y que hay algo que los va a conmover y les va a interesar tanto para volver a entrar.
Para finalizar tanto Karina como Jimena concluyeron en esta entrevista que el Museo funciona como faro conurbano de la cultura y el arte, siendo el espacio en el que se une la comunidad con los estímulos de las diversas expresiones artísticas, donde pueden apreciar la calma y la profundidad en cada sensación que transmite el lugar. Además, la historia se sigue escribiendo, y a la par de ella aparecen nuevos artistas, nuevas familias, exposiciones y proyectos que tienen que ver con el apunte que llevó Berazategui siempre hacia la cultura. Con mucha calidad y esfuerzo se van desarrollando nuevos designios que hacen al orgullo de la comunidad por la ciudad.
La identidad genuina vidriera es característica de Berazategui, y si bien la fábrica no es lo único que define la cultura del distrito, en el pasado funcionó como una importante motivación para que hasta el día de hoy, las obras artísticas más destacadas estén en el Museo del Vidrio y que la mayoría de sus autores hayan aprendido el oficio y las técnicas en el casco histórico de la ciudad.