“The news is not good” era una antigua frase muy utilizada por los informantes británicos cuando su ejército iba perdiendo una batalla.
Los argentinos no tenemos nada bueno para anunciar, estamos perdiendo las peores batallas, y aunque no quisiéramos hacerlo, son muchas las malas noticias.
4.500 presos fueron liberados recientemente, bajo la excusa de que los delincuentes corrían riesgos de contagio por el Coronavirus. Ahora quien está en riesgo es la gente, como no necesito explicarlo. Un delito cada tres minutos. Quién más o quién menos, todos somos o seremos víctimas de este flagelo que asola los barrios. El Estado solo estuvo presente cuando decidió transferir los delincuentes de las cárceles a la sociedad para que la gente se haga cargo de defenderse de ellos como pueda, viviendo presa de los presos. El Estado claudicó en una de sus funciones esenciales: la Seguridad.
El Ministro Berni denunció esta situación, y dijo que con la policía que tiene, carece de capacidad para controlar el delito. El plantel está reducido. Hay un alto porcentaje de efectivos afectado a verificar registros y autorizaciones para circular, destinados a puentes y autopistas; hacen tareas contra el Covid 19, lo que está bien, pero a costa de perder capacidad de vigilancia y operatividad en los barrios, cuando más hace falta.
4500 malvivientes, entre violadores, ladrones, homicidas, narcotraficantes – que son genocidas de jóvenes-, están entre nosotros para que volvamos a ser víctimas de ellos, que no tienen ninguna posibilidad de reinsertarse en un trabajo digno para alimentar a sus hijos; la situación de la economía es fatal, y ellos solo están capacitados para subirse a una moto y salir a robar. Hasta abril los jueces los tenían cuidados en las cárceles, ahora están sueltos en medio de la sociedad víctima, cada día más de la intolerable inseguridad. El ministro de Seguridad dijo que la situación será cada vez peor, mientras un intendente decía “bancar” a vendedores de “falopa” en las ambulancias municipales.
¿Debe cada familia tomar los mismos recaudos que el jubilado Jorge Ríos de Quilmes? Es una locura. Pero las cosas no se dan espontáneamente. A nadie le gusta tener un arma porque sí en su casa, y más aun habiendo niños o jóvenes; es un elemento peligrosísimo, y mucho menos gusta verse en la necesidad de tener que usarla. La gente común ha nacido para vivir en paz fuera y dentro de su propia casa. No para la guerra y el juzgamiento por mano propia contra la delincuencia, función que le compete a los poderes del Estado que debe asumir su rol de garante de la seguridad de la población. No hacerlo es un grave incumplimiento de los gobernantes que deja expuesta a la sociedad a la violación, la muerte, el robo, el narcotráfico, el homicidio.
Otra noticia que no es buena, es que la economía está destruida. Ya lo estaba el 10 de diciembre de 2019 cuando asumió Alberto Fernandez. Macri dejó al país en una situación sumamente complicada, luego llegó el coronavirus que agravó el cuadro con la indefinida cuarentena y a ello se suma que a siete meses aún no se sabe cuál es el plan o proyecto económico que seguirá el actual gobierno para enderezar las cosas.
El 19 de marzo de este año cuando se anunció la cuarentena se ha visto a un Presidente puesto en su lugar: comandar la emergencia sanitaria. Lo hizo y lo sigue haciendo con responsabilidad y grandeza. No es fácil escuchar las voces, todas críticas, de los economistas agoreros que insultan contra las medidas de cuidado sanitario pero no piensan, que por otro lado, y aún con el alto costo económico y social, es la única forma de proteger vidas. Opinamos que el Dr Fernandez actuó y actúa protegiendo nuestras vidas del coronavirus. Ahora le pedimos que también haga lo necesario para protegernos de la delincuencia.
Y debe cuidar que sus funcionarios sean probos. Se ha sabido por la prensa televisiva que se compraron 100 millones de bolsas mortuorias, lo que llamó la atención del periodista y nos llama la atención a todos. Cada argentino debe morir dos 2,5 veces para utilizar todos esos elementos. No deja de ser sospechoso.
También debe proteger a los mayores. El doctor Fernandez ha faltado a su palabra dada en campaña cuando anunció que el primer día de gobierno aumentaría las jubilaciones el 20%. Sin embargo los jubilados cobran menos de lo que marcaba la ley sancionada en tiempo de Macri derogada por un Decreto de Necesidad y Urgencia que clavó el haber jubilatorio en aproximadamente 16 mil pesos por mes. ¿Piensa alguien que se puede vivir pagando luz, gas, teléfono, internet, medicina, alquiler, vestirse y comer con 16 mil pesos por mes?. Están condenados a la indignidad y a pasarla mal a una altura de la vida en que, como dijo Vinicius de Moras: “las anchas avenidas de la juventud se estrechan en las angostas calles de la vejez”.
El Dr. Fernandez, parece cambiar su discurso todos los días. Navega como velero con viento de proa, zigzagueando hacia izquier y hacia derecha. Primero ataca a los empresarios y luego los invita a almorzar, como hizo el 9 de Julio junto a Máximo Kirchner, a pesar que su madre elogió especialmente un artículo periodístico severamente crítico de esa reunión en la mesa de Olivos, sentado y bridando por la Independencia con los referentes económicos más importantes del país.
La peor de las noticias es el atropello contra el Poder Judicial, que debe ser garante de la República. La avanzada sobre jueces, como la ampliación de la Corte Suprema para equilibrar los votos con jueces adictos repugna contra los principios constitucionales, transformándose en una actitud propia de los populismos, cualquiera fuere su signo. (tanto Maduro como Bolsonaro y Trump son populistas). El presidente declaró ante las cámaras de televisión que la corte debía ser de cinco miembros, ahora sus oídos fueron golpeados por las órdenes de su jefa política para llevar el número a 9, 11 o 15, no sabemos. Esta experiencia ya la vivimos con Menem y fue nefasta. Menem tenía su mayoría automática, o menor dicho, su justicia propia. Cristina Fernandez como Senadora alzó la voz en contra de la ampliación de la Corte. Claro, en aquel entonces no tenía causas en su contra. Es un mecanismo para licuar la posibilidad de una sentencia adversa.
Si la doctora Cristina Fernandez de Kirchner, en cuyo beneficio personal se están haciendo estas reformas es inocente, debe pedir ser juzgada por los jueces naturales que tramitan los procesos para que declaren su inocencia.
Si no lo es, entonces se entiende que pretenda limpiar, mediante una maniobra engañosa, las causas que la comprometen con jueces adictos puestos a su gusto. De este modo reconoce su temor por que se haga justicia; es decir, en este caso, de ser condenada.
Ella no va a someterse a la Justicia. Está por encima de la propia Constitución Nacional a la que derrumba con sus actos, y posiblemente en su fuero íntimo sepa cómo será el resultado de un juicio justo que intenta evitar.
La expresidenta, Mauricio Macri, y cualquiera que fuere el funcionario que esté imputado por causas de corrupción debe someterse a la Justicia y mostrar al ciudadano una sentencia digna que limpia su persona de toda sospecha. De lo contrario, podrán ser absueltos por jueces amigos con sentencias viciadas por falta de ecuanimidad. Saldrán airosos de los tribunales pero condenados por la historia.
En la época de la Colonia los funcionarios de los Virreynatos, cuando cumplían su mandato y regresaban a Reino de España eran sometidos, siempre y sin denuncia, al llamado “Juicio de Residencia”, en el que rendían cuenta de la transparencia de sus actos de administración. Si se percibían actos de corrupción, cárcel.
Alberto Fernandez quedará en la historia como un personaje que se mostró respetuoso de las instituciones, profesor universitario de Derecho, que deploró públicamente al gobierno de Cristina al que supuso vinculado con la muerte del fiscal Nisman, pero que por pactos políticos claudicó de su propia esencia para colocarse en un rol funcional a los designios de su jefa que, sin él, no hubiera ganado las elecciones.
El presidente elogia cada vez que puede a Alfonsín, y al exprocurador general Esteban Righi. Ambos han fallecido y no le hubieran permitido se los mencione en este contexto de desvarío institucional. Alfonsín jamás podría pensar en atropellar la República con su base elemental de la división de poderes. Vicentín, la Comisión de Notables para aconsejar el cambio en la Corte, el voto complaciente de la diputada Camaño en el Consejo de la Magistratura, son actitudes que no se compadecen con el respeto por la Constitución y las Instituciones. Se sospecha cuál es la finalidad de estas propuestas: la impunidad.
Righi, el otro admirado por el primer mandatario, fue echado por Cristina porque este hombre de bien no quiso detener las investigaciones que llevaba adelante contra la corrupción que involucraban a funcionarios de ese momento.
Que extraña esta bipolaridad conductual! Ensombrece la imagen de un Presidente de la Nación. Por el bien de todos, esperamos que el Dr. Fernández reflexione por el bien de la República y de su propio bien, y que lo haga antes de que sea tarde.